Satélites pequeños y baratos para saber qué hacemos cada día

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NetworkingSat - Satelites

Imagine tener la capacidad de analizar la deforestación de una región, pero árbol por árbol, y así poder actuar de la manera más adecuada.

Como granjero, vigilar todos los días de forma remota el estado de la cosecha de sus cultivos en grandes extensiones de tierra.

O en una agencia de ayuda humanitaria, estimar sin esfuerzo el flujo de tráfico humano a través de una frontera durante un periodo de una semana.

O en el papel de un analista de ventas, calcular el éxito de una cadena comercial contando simplemente el número de autos que pasan por sus estacionamientos en una determinada región.

Estas son algunas de las infinitas posibilidades que se pueden concebir cuando nuestro mundo es observado desde arriba cada día o cada semana, en lugar de los años que puede tomar la renovación completa de las imágenes de nuestro planeta en servicios como Google Earth.

Muy pronto estas posibilidades serán una realidad, debido a que una nueva y acelerada carrera espacial focalizada en la obtención de imágenes.

Pero detrás de esta aventura no están países, gobierno o corporaciones gigantes, sino nuevas iniciativas tecnológicas de Silicon Valley haciendo lo que hacen mejor, desafiando formas de pensar tradicionales para reinventar completamente una industria consolidada.

Su objetivo es llegar a un entendimiento sin prececentes de las actividades humanas a través de la captura y el estudio de imágenes de todo nuestro planeta.

«Cubesats»

Las piedras fundacionales de esta revolución son satélites pequeños y baratos, una flota de cubesats del tamaño de una caja de zapatos, desarrollados en la última década por los departamentos espaciales de las universidades.

En la clásica oficina desordenada de una pequeña empresa en San Francisco, el equipo de Planet Labs -unos 40 jóvenes de unos 20 o 30 años- diseña la mayor constelación de satélites que el mundo jamás haya visto: 131 programados para los próximos 12 meses y fabricados para tomar una postal de la Tierra casi todos los días, con imágenes que pueden ser analizadas en horas.

«Básicamente estamos haciendo uso de los miles de millones de dólares que se han gastado en equipos electrónicos para avanzar en la exploración espacial y en las capacidades de los satélites para ayudar a la gente de nuestro planeta», dice el jefe ejecutivo y confundador de la empresa, Will Marshall.

En febrero, los primeros de «cubesats» de una primera tanda de 28 fueron lanzados desde la Estación Espacial Internacional. Estos mini satélites, llamados también «palomas» por los objetivos pacíficos del proyecto, ya comenzaron a enviar sus primeras imágenes desde la órbita polar terrestre, pasando sobre nuestro planeta a una velocidad de 8 kilómetros por segundo.

Las fotos son lo suficientemente detalladas como para ver árboles aislados (aunque no personas, debido a las objeciones de los grupos defensores de la privacidad), lo que ofrece una capacidad inédita de observar nuestra vida sobre la superficie terrestre.

«En lugar de ver un agujero en la Amazonía unos meses después de que los árboles hayan sido cortados, podemos verlo mientras ocurre», dice Marshall.

La compañía sostiene que su misión es democratizar el acceso a información sobre nuestro planeta y, aunque sus planes son entregar valiosa información a organizaciones no gubernamentales y otras causas que respondan a sus humanitarios objetivos, Planet Labs no ve contradicción alguna en ser antes que nada una empresa que busca réditos económicos, gracias al capital de clientes que ya han invertido en la iniciativa.

Mal día

Un improvisado cuarto separado por paneles de plástico de la oficina principal es donde los componentes de los satélites, desde lentes para sus cámaras hasta baterías solares, son ensamblados en el producto final que funcionará con la energía del Sol.

Todo el paquete mide unos unos 10 cm. por 10 cm. por 30 cm.

«Hoy en día estos pequeños satélites tiene una capacidad que pocos imaginan, algo mucho más liviano que esos satélites de hace algunos años que pesaban 10 toneladas», explica el cofundador de la compañía.

Con ciertas capacidades de maniobra básicas y sensores baratos, estos «cubesats» no cumplen los mismos requisitos que se aplican en la construcción de un satélite convencional, pero debido a eso, si uno de estos «cubesats» falla, el costo se mide en miles de dólares, no en cientos de millones.

«Si perdemos un satélite, eso implica un mal día en la oficina, no una catástrofe», concluye Marshall.

Video

Imágenes satelitales de alta definición pueden ofrecer niveles inéditos de detalle, pero esta revolución satelital no está confinada a fotos estáticas.

Otras empresas como Skybox y la canadiense Urthecast han empeñado sus esfuerzos en obtener video de alta definición, con satélites más grandes -del tamaño del freezer de una refrigeradora- y equipados con mejores telescopios que los que llevan los «cubesats».

Con una resolución de un metro por pixel, estos telescopios más poderosos pueden rastrear un auto viajando por un camino o grupos de personas congregándose en un lugar.

El primero de una serie de 24 satélites de Skybox fue lanzado en diciembre.

Volando 16 veces en el día por una órbita terrestre baja, transmite en este momento clips de 90 segundos en blanco y negro que permiten, nubes mediante, un análisis único del movimiento en la superficie.

«Si le muestras a alguien una imagen estática de un lugar, ese alguien puede obtener cierto entendimiento de lo que está ocurriendo, pero si le muestras incluso unos pocos segundos de video, entenderán intuitivamente mucho más», dice el fundador de la compañía, Julian Mann.

Los usos de esta tecnología son increíbles, desde llevar ayuda a una zona de desastre natural, suministrar productos a una cadena de comercios hasta transmitir noticias en vivo desde zonas riesgosas.

Urthecast entrega, por su parte, videos de alta resolución en color y planea ampliar su plataforma a clientes individuales que quieran observar sus propios patios traseros.

Caja de Pandora

No existen dudas del potencial que todos estos sistemas pueden ofrecer.

Pero al mismo tiempo ellos dejan una puerta abierta a la mala utilización de esta tecnología, no para el beneficio de nuestro planeta o de la humanidad sino para intereses egoístas que pueden ir desde espionaje corporativo al mayor control de una insurgencia rebelde.

Thomas Immel, quien ha trabajado por dos décadas como científico en el Laboratorio de Ciencia Espacial de la Universidad de Berkeley, dice que estas iniciativas «abren la Caja de Pandora».

«Estas aplicaciones pueden ser dañinas o controversiales», dice Immel, y agrega: «Lo que está claro es que de acá a diez años tendremos otro debate sobre la implementación de una tecnología que no podemos hoy imaginar».

Algunas consecuencias son fáciles de predecir, como el interés que estas iniciativas atraerán de firmas tecnológicas más grandes.

Se rumorea que Skybox podría ser adquirida por Google, que ya compró la empresa de aviones no piloteados (drones) Titan a comienzos de este año, siguiendo el ejemplo de Facebook y su adquisición de la productora de drones británica Ascenta.

Los emprendedores de Silicon Valley tienen claramente ambiciones personales de grandes magnitudes, y las oportunidades que trae la observación de nuestro planeta pueden ser muy tentadoras como para resistirse.

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