31Oct

¿Cómo se construyen las ruedas más rápidas del mundo?

Escrito por en Noticias

Para viajar a 1.600 km/h hay que usar ruedas especiales.

El conductor Andy Green le mostró a la BBC una magnífica obra de ingeniería que aspira a batir otro récord en velocidad. El desierto Hakskeen Pan en Sudáfrica es tal vez el tramo de tierra más inhóspito del planeta. Hasta donde alcanza la vista se ve arcilla quemada por el sol, moteada como esmalte lleno de fisuras.

Pero cuando se viaja a 1.600 Km/h hasta el terreno más limpio e inhóspito presenta numerosos peligros escondidos. «Ir a tal velocidad supone viajar más rápido que una bala», dice Mark Chapman, ingeniero jefe de Bloodhound Supersonic Car. «Así que si tropiezas con una piedra es como si alguien hubiera disparado contra la rueda», añade.

Una oportunidad
Construir ruedas a prueba de balas es tan solo uno de los desafíos a los que Chapman se enfrenta como ingeniero jefe de este proyecto para construir un vehículo supersónico. «Estas serán las ruedas más rápidas de la historia», asegura.

Chapman entró a formar parte del proyecto tras una conversación en un bar, después de un misterioso mensaje que alguien dejó en su buzón de voz pidiéndole verle para discutir sobre un proyecto de «un vehículo único». No hicieron falta muchas cervezas para convencerle. «Vi unos bocetos del auto y muy rápidamente me di cuenta de que me encontraba ante algo muy especial», afirma. «Te arrepentirías si una oportunidad así se presentara y la dejaras pasar», añade.

El gran desafío: los materiales
El proyecto toma como base algunos de los diseños del Thrist SSC -el antiguo poseedor del récord de velocidad en tierra- que rompió la barrera del sonido tras alcanzar más de 1.200 km/h en 1997. Pero acelerar más allá de ese punto presenta algunos problemas únicos.

El equipo de Chapman tuvo que encontrar materiales que pudieran soportar las extraordinarias fuerzas que actúan sobre ruedas que viajan a velocidad supersónica. Cuando el vehículo viaje a máxima velocidad las ruedas darán 10.500 rotaciones por minuto, y los bordes experimentarán una fuerza de 55.000 veces la gravedad de la tierra.

«Se nos complica encontrar materiales que no se desintegren a esas velocidades», dice Chapman. También tiene que aguantar los impactos de pequeñas rocas que golpean las ruedas como si fuesen municiones. «Lo último que quieres es que se rompan en pedazos», señala. «Si eso pasara básicamente explotaría». Un equipo de 130 personas trabaja para que el recorrido del vehículo supersónico quede libre de cualquier tipo de piedras u otros obstáculos. Pero Chapman no quiere dejar nada al azar, y ya está trabajando en un material que sea resistente a los posibles golpes con piedras. «Probamos diferentes aleaciones y les disparamos con piedras para ver si se rompían», asegura el científico.

Reinventando la rueda

El siguiente problema es que al no poder usar neumáticos, que a estas velocidades no aguantarían, las ruedas tienen que ir al descubierto. Al principio las diseñaron con forma de V para que tuvieran más agarre, pero las pruebas demostraron que se hundirían demasiado en la tierra, lo que causaría problemas. Así que experimentaron con ruedas más planas y con una mayor curvatura, que hasta ahora están funcionando. Tienen suficiente agarre pero no se hunden en la superficie.

Otra de las preocupaciones es la inclinación del terreno. De alguna forma es el mismo principio que los obstáculos en el camino: cuanto mayor sea la velocidad más se sentirá el desnivel. Teniendo en cuenta que el vehículo recorrerá la distancia equivalente a un estadio en la quinta parte de un segundo, incluso el desnivel más mínimo podría afectar la carrera.
«Esas ondulaciones podrían provocar que la suspensión vibrara, lo que sería problemático para Andy, el conductor», dice Chapman.
«No explotaría, pero no querrías estar en un vehículo que llegara a vibrar de tal manera. Se sentiría como conducir un auto en un camino de grava», añade.

Y también hay preocupación por un posible sobrecalentamiento de las ruedas. En una de las pruebas llegaron a los 90 grados. «Es una de esas cosas que en principio no se piensan», dice Chapman, «pero el aire que va en dirección contraria a las ruedas tiene el doble de la velocidad del sonido». Es la fricción resultante la que calienta las ruedas.

Ingeniería «al límite»
Cuando todas estas cuestiones estén resueltas el equipo comenzará a realizar pruebas en un circuito en Reino Unido: primero a unos 322 Km/h y después intentarán pasar la barrera de los 1.600.

¿Tendrá sentido la espera para Chapman, años después de aquella conversación en el bar? «Este es el mejor y el peor trabajo del mundo», cuenta.
«Tengo más canas ahora que cuando empecé este proyecto hace ya siete años. Pero los desafíos son fantásticos. Lo describiría como ingeniería sin red de seguridad. Lo que estamos haciendo es llevar los límites hasta un lugar donde nadie antes había llegado», concluye.


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